Deuda Pública Latinoamericana

Saturday, September 23, 2006

 

DEUDO-ADICCION

LA DEUDA EXTERNA EN LAS FINANZAS PÚBLICAS [1]
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Primera edición publicada en el diario El Espectador Septiembre 27 de 1987
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Por Yezid Soler B [2]
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Contenido:

"Ser Latinoamericano es mucho más complejo, es tener muchas nacionalidades".  Martin Barbero
1. LA MAGNITUD DE LA DEUDA

2. EL NÚCLEO DEL PROBLEMA

2.1 No falta capital
2.2 Inversiones impuestas
2.3 Ministerio de la deuda

3. ¿SON POSIBLES OTRAS VÍAS?


Este documento puede citarse parcial o totalmente, de acuerdo a los principios éticos, indicando Autor, título y página en Internet.
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LAS FINANZAS PÚBLICAS Y LA DEUDA EXTERNA

El objetivo de este ensayo es presentar un análisis de las características de la deuda pública externa, los factores que inciden en la misma y las posibles alternativas al endeudamiento.

1. LA MAGNITUD DE LA DEUDA

En la literatura económica las principales formas de financiación del Estado son los impuestos, el endeudamiento, la venta de activos y los rendimientos de los activos internacionales.

En el caso de Latinoamérica y Colombia, los diversos Gobiernos acudieron principalmente al expediente del endeudamiento externo.



El saldo de la deuda pública interna colombiana en 1990 representaba un 2% del PIB, y en el año 2004 llegó al 22% y otro tanto ocurrió con la deuda externa que elevó su participación del 12% al 21% en el mismo periodo

De manera que buena parte de la producción del país la llevan los acreedores de la deuda. En 1987 por ejemplo, se cancelaron $ 2.411 millones de dólares por concepto de amortizaciones e intereses de la deuda externa. Esta cifra que el país pagó, duplicó el valor del préstamo Jumbo, que el Ministro de Hacienda solicitó para Colombia por un valor de U$ $ 1.000 millones.

Así se encuentra un negocio redondo, en donde la banca internacional no solo “enchufa” unos créditos a otros, si no que, adicionalmente recibe el dinero ampliamente multiplicado con el trabajo y esfuerzo de los ciudadanos.


En América Latina y el Caribe el porcentaje de la deuda externa respecto al Producto Interno Bruto (PIB), aumentó del 20% al 30% en el periodo comprendido entre 1970 y 1980.

En la década de los ochenta, el porcentaje superó el 40%  llegando al 57% en 1988, con lo cual el crecimiento de las economías se deterioró y este periodo ha sido considerado como la década perdida de América Latina.



Según documento de la CEPAL “Los altos niveles de endeudamiento durante las décadas pasadas tuvieron fuertes repercusiones sobre la sostenibilidad de las cuentas fiscales y la estabilidad de la economía de muchos países de la región. Este escenario de vulnerabilidad fiscal redujo las herramientas para hacer frente a los diversos períodos  contractivos en que se vio envuelta América Latina durante estas dos décadas”.[1]

En los años noventa la ratio Deuda/PIB se mantuvo por encima del 30% y en los inicios del siglo XXI volvió a acercarse al 40%.  A partir de 2005 el porcentaje ha bajado al 20%, con lo cual Latinoamérica ha podido recuperar el crecimiento de su producto interno bruto a tasas aceptables.



El aumento de las exportaciones y precios de las materias primas  hacia los mercados asiáticos, en los años 2003 y 2004, permitieron en Latinoamérica incrementar los ingresos y  reducir la deuda pública, equilibrando las cuentas fiscales e incrementar los niveles de reservas internacionales.

En Colombia, durante el año 2004, el sector publico canceló US$ 1.762 millones por concepto de intereses y US$ 2.122 millones en amortizaciones de capital y el sector privado US$ 590 millones de intereses y US$ 3.462 millones en amortizaciones de capital.

Los lineamientos trazados para el pago de la deuda externa deterioraron en ese entonces, las condiciones de empleo y los ingresos del trabajo, pues todo el peso de ella recayó directamente sobre los trabajadores mediante el pago de impuestos indirectos y alzas en las tarifas de servicios públicos. Por otro lado el servicio de la deuda llevó al empobrecimiento económico, pues la mayor parte del ingreso se destinó al pago a la banca internacional, no permitiendo soluciones a los problemas sociales, de infraestructura, de creación de empleos productivos, de recuperación de salarios, que con apremio se necesita, creando un déficit fiscal creciente.

Para el año 2003, el 66% de la población colombiana estaba en condiciones la pobreza con ingresos inferiores al 60% del salario mínimo y el 25.9% en situación indigente con ingresos por debajo del 25% del salario mínimo, con gran deterioro social respecto a 1997 y profundización de la brecha en el área rural. [3]

En esta transferencia de ingresos, tuvieron que ver tanto los que estaban empleados, como también los que estaban desempleados. Los primeros por que tienen que duplicar sus esfuerzos para mantener a los segundos y adicionalmente pagar la deuda externa; y los desempleados, por que no estarían en esta condición, si el capital que sale, se reinvirtiera adecuadamente en el país. De hecho, los U$ $1.762 millones de dólares que pagó Colombia en 2004 por solo concepto de intereses y comisiones y de la deuda externa, equivalen a un ritmo de inversión suficiente para crear cerca de 44.000 microempresas de $ 10 millones, que permitirían poner a prueba los profesionales egresados en las universidades y adicionalmente, generarían más de 200.000 puestos de trabajo, atacando de una manera agresiva el desempleo del país. [4]

La tasa de crecimiento anual promedio del PIB en Colombia descendió el 5.5% en los años setenta al 3% en los años ochenta y al 2.5% en los años noventa.

En América Latina y el Caribe, el servicio de la deuda representado por el pago de intereses, constituyó aproximadamente el 30% de las exportaciones durante el periodo comprendido entre 1979 a 1989.  Luego descendió al 20% volviendo a incrementarse hasta llegar al 40% en la crisis de 1999.  A partir de ese año comenzó una tendencia descendente ubicándose alrededor del 10% en el último quinquenio.


En el año 2010 Latinoamérica abonó US $ 154.258.250.331 por concepto del servicio de la deuda en pago de cuotas e intereses, monto que equivale al ingreso promedio anual de 40 millones de personas, teniendo en cuenta que el salario mínimo legal de un latinoamericano es de US $ 3.882 al año. 

La gravedad del problema, desbordó las fronteras nacionales y no es casual que en la reunión de principales mandatarios en Punta del Este en 1988, se planteara como tema central el preocupante aumento de la deuda externa y la necesidad de coordinar esfuerzos para enfrentar políticamente y en bloque el más grande reto de América Latina en el siglo veinte.  Los movimientos estudiantiles de varios países latinoamericanos plantearon que la solución al problema de la falta de recursos para la educación como un derecho, se puede suplir renegociando la deuda externa para que los Estados puedan destinar dichas partidas del presupuesto nacional a mejorar la calidad de educación de las generaciones futuras. 



En virtud de las reformas estructurales adelantadas en los años noventa, los efectos de la crisis de Estados Unidos (EU) y la Unión Europea  (UE) del 2008 fueron contrarrestados en Latinoamérica, por niveles de deuda pública moderados, altos niveles de reservas internacionales y  una política fiscal contracíclica con incremento de la inversión pública en sectores reactivadores como la infraestructura con efectos multiplicadores en la creación de empleo.
 
Lo anterior ha permitido destinar una mayor proporción del presupuesto público a  los gastos sociales, especialmente en Argentina, Brasil. Bolivia y Costa Rica. 


2. EL NUCLEO DEL PROBLEMA

Este núcleo del problema se encuentra atado al capital internacional por un cordón umbilical como es el de las megatecnologías y se alimenta constantemente con las prácticas del endeudamiento externo, que pone a su servicio.

Sistema este que se justifica internacionalmente en el ámbito ideológico y teórico, mediante la difusión básica de dos mitos. El primer mito sobre la necesidad de endeudarse en pro del desarrollo y el progreso; y el segundo mito sobre la necesidad de importar grandes tecnologías con el dinero que prestan.  Negocio redondo.

Hasta hace dos décadas predominaba en la literatura política internacional el concepto de escasez de capital. Se decía que la falta de capital era la causa primigenia de muchos de los males que afectaban a la economía y por tal razón se debía abrir de par en par las compuertas a la inversión extranjera y al endeudamiento externo.

2.1 No falta capital

Hoy en día, se ha puesto al desnudo la verdadera esencia del mito sobre la supuesta carencia de capital. En efecto la conversión de los países de América Latina en exportadores netos de capital, ha evidenciado que estas naciones originan un extraordinario excedente, el cual se transfiere por la vía de los intereses y las comisiones de la deuda externa a los países prestamistas, los cuales los invierten en actividades productivas o lo reciclan en la esfera financiera internacional.

El mito con pies de barro se ha derrumbado y ha permitido ver con gran claridad como se mueven los mecanismos del centralismo en el ámbito mundial. A pesar de revelarse esta realidad, hay quienes pretenden revivir fanáticamente el mito insistiendo que el tercer mundo es pobre y hay que acudir al manantial supuestamente benefactor de los recursos frescos provenientes del endeudamiento externo.  Estos mecanismos son retroalimentados con los viajes y obsequios que conceden algunas empresas transnacionales a directivos públicos de los países prestatarios.

Los adictos al endeudamiento externo, haciendo caso omiso de la crisis que experimentaron en carne propia los latinoamericanos en los años ochenta, pretenden que los problemas se pueden superar adquiriendo nuevas dosis de crédito internacional. No recuerdan que precisamente similares dosis recibidas en el pasado, que inicialmente crearon verdaderos estados de euforia, terminaron provocando una situación de dependencia y deudo-adicción, que desembocaron en los ya conocidos episodios depresivos caracterizados por quiebras de bancos y empresas.

Los deudo maniacos parecen no comprender que un crecimiento económico sostenido por un sistema especulativo externo, trae irremediablemente unos condicionamientos y consecuencias nocivas para el cuerpo social del país.

2.2 Inversiones impuestas

Condicionamiento, por cuanto la mayoría de los prestamos externos son “tied-aid”, atados con destinación especifica en ciertos proyectos y sectores y una serie de contraprestaciones como son la adquisición de cierto de tecnología, maquinaria de insumos. Un buen porcentaje de los empréstitos internacionales, no favorecen sino a unos pocos ejecutores de megaproyectos, que generan grandes costos sociales y provocan efectos traumáticos en el ámbito ecológico y cultural, constituyendo finalmente un desafío a los valores y la dignidad nacional.

Están tecnologías se han difundido ampliamente y se observa un amplio desarrollo en América Latina a partir de los años cincuenta. En el modelo Concentrador se construyen grandes centrales hidroeléctricas, sistemas masivos de transporte y grandes complejos industriales; estas tecnologías tienen en el corto plazo economías de escala que no se pueden desconocer, pero, así mismo generan otros efectos de carácter negativo, dentro de los cuales se pueden citar los siguientes:

1.- LA INDUSTRIA sin control provoca desbordamientos de los márgenes de, tolerancia que conllevan a la degradación del medio ambiente. Se contamina el agua, como es el caso de los ríos Bogotá, Medellín y Cauca. Se contamina la tierra, véase los efectos del cemento en la Calera o de la Siderurgia en Paz del Río. Se destruyen recursos no renovables, tales como los hidrocarburos, haciendo “el medio cada vez más inadecuado al hombre, pero más adecuado a la máquina”. [5]

Son tecnologías estandarizantes, que frenan el proceso de creación. Son tecnologías no creativas en el ámbito individual. El trabajo fabril es repetitivo, el del artesano más creativo y enriquecedor. Son tecnologías monótonas que generan dependencias demasiado marcadas en el ser.

2.- LAS CENTRALES HIDROELÉCTRICAS sin regulación ambiental, han puesto en peligro las riquezas de los bosques y han contribuido a destruir la fauna en varías regiones, por efecto de la desecación de lagunas, madreviejas y el anegamiento de tierras. Se degradan así los ecosistemas y la cultura construida a su alrededor.

3.- LOS AGROQUIMICOS, tienen efecto de Rebosamiento en varias direcciones:

- Trasgresión de las leyes naturales mediante el desarrollo de monocultivos, crecimiento de las monoplagas, aplicación de monoplagicidas y monosoluciones que se quedan pequeñas frente a los problemas.

- La erosión de la tierra por el uso y el abuso de los agroquímicos y la sobre-explotación de los recursos, la tala de bosques y el uso directo de los agroquímicos a los cultivos con una duración de diez o más años en la tierra.

Dentro de estos, los principales son los Organoclorados como el DDT que produce problemas hepáticos y renales, los Dinitrofenales que causan alteraciones en los flujos térmicos e hiperternias (aumento de calor en los seres), los acaricidas que fueron prohibidos en Estados Unidos y causan tumores, cistitis y hemorragias. Los Mercuriales que causan malformaciones congénitas. También se usan los Fenoxlacéticos y el paraquat y el glifosfato en la fumigación de los cultivos de coca y marihuana, afectando microorganismos que son la base de la cadena de vida.

Todos estos son elementos no biodegradables y sus partículas no se destruyen, sino que contamina la tierra, y el agua y el aire y destruyen las especies vegetales y animales. Otro efecto que se produce es el desperdicio de energía, por que se produce una acidificación del medio y se destruye la fertilidad. Cuando se fumiga con cloro la tierra deje de ser productiva durante 5 a 10 años. De esta manera se presenta un desequilibro en el ecosistema por la violación de la naturaleza y la alteración de sus ritmos.

En Iberoamérica se han impulsado estas tecnologías con la creencia de que son muy importantes y no hay otras alternativas. Sin embargo, un análisis más cuidadoso de las innovaciones tecnológicas sugiere que no solo existan tecnologías ahorradoras de mano de obra, como las que nos han impuesto hasta el momento, sino que adicionalmente existen otro tipo de tecnologías como son aquellas ahorradoras de tierra y las más importantes, para países del tercer mundo, tecnologías ahorradoras de capital. [6]

La adquisición de grandes paquetes tecnológicos, le han representado a los países, el asumir crecientes índices de endeudamiento, con los consiguientes costos sociales que esto conlleva. De qué sirve endeudarse en grandes proyectos estandarizantes que no consultan tecnologías adecuadas al medio local, que no generan empleo masivo, que significan extracción de excedentes vía tarifas y precios y que alteran ecosistemas y regionalidades culturales?

Las respuestas al desafío financiero y tecnológico aún son muy débiles por cuanto siguen pesando con gran fuerza los mitos provenientes de los países metropolitanos. Se ha hecho creer por muchos años que para salir del atraso, elevar la productividad e impulsar el desarrollo, una de las vías es la importación indiscriminada de tecnología. Este mito, que se levanta como el coloso de Rodas, experimentó un primer sacudón al estallar la llamada crisis energética en 1973, pero aún se mantiene en pie y continuará así mientras no se desarrollen tecnologías autónomas alternativas.

El mito de las megatecnologías contribuyen a reforzar y perpetuar el problema de la deudo-adicción, enfermedad que ha demostrado ser una pandemia temible por las consecuencias en el ámbito de toda la población. Una prueba de ello en el caso de Colombia, es que en promedio cada familia, después de haber padecido las secuelas de las políticas de ajuste, debe en la actualidad cerca de medio millón de pesos a los bancos internacionales, monto que representa el ingreso anual de dos trabajadores devengando el salario básico.

2.3 Ministerio de la deuda

En una perspectiva macroeconómica, es decir de la economía en su conjunto, el problema es aún más agudo si se tiene presente que Colombia canceló en 2004 por concepto de intereses de la deuda externa un valor de $ 4.405.000 millones equivalente al ingreso anual de más de 1.000.000 trabajadores ganando el salario mínimo. Tan grande es la magnitud, que con semejante monto se sostienen durante un año, todos los desempleados existentes en las principales ciudades del país. En este escenario, se revive el drama del mercader de Venecia, que ante la intransigencia del judío Sylock, y en cumplimiento del contrato de la deuda, debía entregar, la carne de su propio cuerpo. No estaríamos llegando a esta situación, cuando se debe a los prestamistas internacionales cerca del 25% del ahorro del país. ¿De que le sirve a la nación una reactivación en estas circunstancias?

Mientras se perpetúe esta situación es muy probable que se puedan destinar recursos suficientes para la erradicación de la pobreza extrema ya que una buena parte del producto sale del país mediante los sofisticados mecanismos financieros y no se reinvierten en la creación de riqueza y nuevas fuentes de trabajo. Razón tenia Adam Smith, el fundador de la economía política cuando sostenía que el excedente de las naciones se originaba en el trabajo y a su vez este se garantizaba reinvirtiendo el capital internamente en cada país.

Sin embargo hay dirigentes que consciente o inconscientemente, defienden y apoyan irrestrictamente el endeudamiento externo como la panacea que soluciona los problemas. Nos encontramos así, con gobiernos que en el pasado se endeudaron indiscriminadamente en su afán de mostrar obras en su periodo de vigencia, comprometiendo seriamente las generaciones futuras. Con esta política las naciones latinoamericanas se fueron endeudando, hasta el punto en que crearon un nuevo ministerio, el "Ministerio de la deuda externa", el cual en 1990 consumió el 15% de  los ingresos del Estado. Este porcentaje del presupuesto nacional, equivalía en 1990 a la partida (16%) destinada a la compra de bienes y servicios o a los gastos de capital del Estado (14%).

En este marco de análisis, no se entiende por que hay algunos Gobiernos, que planteado como fundamento de las reformas tributaria la capitalización interna de las empresas y el descenso en los coeficientes de endeudamiento, no apliquen este criterio a las finanzas públicas, buscando reducir los niveles de financiamiento externo de la Nación, con el fin de neutralizar el desbordamiento de la deuda externa.

La reducción del porcentaje utilizado para el pago del servicio de la deuda, permite liberar recursos para otras actividades claves en las políticas públicas de los Estados. 



En la gráfica de evolución del gasto público se observa que al descender el pago de intereses de la deuda (línea roja) del 15% en 1990 al 7% en el año 2010, se han liberado recursos que han permitido incrementar el gasto de capital (línea violeta) del 12% al 22% en el mismo periodo.
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3. ¿SON POSIBLES OTRAS VÍAS?

En 1898 cuando el Gobierno de los Estados Unidos desplazó el Gobierno Español del territorio de Cuba, planteó que en esta isla el poder soberano había impuesto una deuda externa que no era valida y no debía cancelarla a España. Este principio de que la deuda no es válida si esencialmente ha sido impuesta por la fuerza, fue reconocido en el derecho internacional, bajo iniciativa del Gobierno de los Estados Unidos, como el principio llamado de la «deuda odiosa»”.


Hoy en día este principio permanece oculto y se obliga a pueblos enteros a pagar compromisos de deuda que no adquirieron por cuenta propia, sino como consecuencia de la acción de un grupo minoritario de personas con intereses particulares en los Gobiernos.

Frente al problema de la deuda externa se han planteado muchas alternativas, como renegociarla, pagarla, parcialmente, refinanciarla, cambiarla por acciones de empresas, etc. [7] Sin embargo, todas estas medidas tienden básicamente a solucionar un problema ya existente y no a conjurarlo hacia el futuro. Por tal motivo se hace necesario emprender la búsqueda de alternativas de carácter preventivo que reduzcan efectivamente los coeficientes del endeudamiento externo por lo menos a los niveles observados en los inicios de la década de los años ochenta.

Ecuador en el año 2007 emprendió una auditoria para examinar la legitimidad de la deuda externa, y concluyó que el 70%  era deuda odiosa.  Luego llegó a un acuerdo con los acreedores para pagar solo el 30% de la misma.  Adicionalmente incluyó en la constitución un limite del 30% de la deuda respecto al PIB.  De esta forma Ecuador ha podido dedicar mas recursos a atender la salud, la educación y otros gastos sociales y el crecimiento del PIB se ha mantenido en niveles favorables de crecimiento.  El vicepresidente del Consejo consultivo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Jean Ziegler, afirmo en julio de 2012 que “Los dirigentes españoles deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir, negarse a pagar la deuda, cuya amortización ya es altísima porque es odiosa e ilegítima”.

El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz afirma también que se debe evitar los riesgos por la alta volatilidad, limitar el endeudamiento externo y diversificar la base exportadora. Sostiene que en materia fiscal, los impuestos deben subir de manera equitativa y desde esta perspectiva el IVA no es un impuesto eficiente en la mayoría de los países en desarrollo y no es equitativo para ningún país. [8]

Es un imperativo en las circunstancias históricas, por lo menos detener la práctica del endeudamiento alegre e indiscriminado. Un prerrequisito para alcanzar tal objetivo, es precisamente la lucha contra la deudo-adicción que tiende a apoderarse de los gobiernos, los cuales al tener en sus manos la tarjeta de crédito internacional gastan indiscriminadamente, sin medir las consecuencias para las generaciones venideras.

Una política de autosuficiencia en materia de recursos, plantea la necesidad de diseñar un modelo de desarrollo endógeno basado fundamentalmente en la formación y reinversión interna de capital en aquellos sectores intensivos en mano de obra, para generar empleos e ingresos estables y duraderos. Ese principio presupone también la utilización de tecnologías ahorradoras de capital y extensivas en el uso de los recursos más abundantes en el medio como son el agua, la tierra y el sol. La utilización racional de recursos propios, es la garantía de un verdadero desarrollo social y un efectivo proceso de descentralización en el ámbito mundial.

En esta perspectiva, se plantea entonces desarrollo endógeno mediante el apoyo a tecnologías autónomas, marchando hacia dimensiones de carácter humano. No se trata de darle tecnología a la gente, sino de crearla y compartirla porque al fin y al cabo la técnica no es solo un instrumento, sino también una forma de sentir y de vivir. Hacía el futuro se abre camino para el desarrollo de tecnologías compactas. Algunos desarrollos presentes, ya señalan esta tendencia hacia lo micro, destacada por autores como Mishan, Shumacher y Max Neef: Se trata de impulsar el desarrollo de la microcomputación, las microempresas, las microcentrales, las celulas solares fotovoltaicas y fortalecimiento de los municipios.

En el ámbito social y político es importante reivindicar el pluralismo en todos los sentidos. En materia de partidos, en materia de regiones, en materia de etnias y creencias.

El caso de Bogotá ha demostrado en la práctica que otra vía es posible. Es una ciudad cuyo PIB en 2012 fue de US $ 92.917 millones, superando a países como Guatemala (US$78.419 millones ), Costa Rica (US$ 58.599 mill.), Bolivia (US$54.361 mill.), El Salvador (US$45.980 mill.), Paraguay (US$40.685 mill.) u Honduras (US$ 37.670 mill. ).  Desde inicios de la década del noventa y en particular a partir de la puesta en marcha del Plan Prospectivo “Bogota 2000”, los ingresos en las finanzas públicas mejoraron notablemente. De igual manera una utilización adecuada del gasto público ha generado obras de infraestructura y equipamiento urbano que han colocado a la ciudad como modelo internacional.

En Bogotá la inversión publica creció en la última década y en el año 2003 los egresos de la Administración Central fueron $ 3.7 billones de los cuales el 67% de destinó a inversión y el sector descentralizado erogó $ 4.2 billones, destinando el 54% a inversión. [9]  En septiembre de 2004 el Alcalde Mayor, recibió de la UNESCO el premio “Ciudades por la Paz” concedido a la capital por “los múltiples y exitosos programas para reducir la inseguridad urbana, el sistema de transporte, la construcción y promoción de espacios urbanos y por establecer una vida cultural y cívica que han hecho a la ciudad mucho más habitable y mucho más humana” [10] Mientras en la Nación el porcentaje de la deuda externa como proporción del PIB supera el 40%, en el Distrito Capital ha logrado reducirse al menos del 4% y cuenta con una calificación triple A en el entorno financiero internacional.



En materia de endeudamiento, Grecia e Islandia  son dos casos de obligada referencia. Aunque los medios masivos de información han divulgado más el primero que es segundo. Por razones que poco se explican a la opinión Grecia ha estado sometida al pensamiento "único" monetarista, mientras Islandia se liberó de ese pensamiento y siguió el camino del caos y la complejidad: Destrucción creadora, en palabras de Shumpeter, pero aplicado en este caso no a una empresa sino a la economía de una sociedad.

Mientras en Grecia los especuladores de los bancos impusieron sus intereses, en Islandia se nacionalizaron los bancos. Mientras en Grecia se instalaron condiciones onerosas para el pago de deuda, Islandia no aceptó el pago en semejantes condiciones.

Mientras en Grecia la sociedad civil fue obligada a grandes sacrificios, Islandia se liberó de esa carga financiera y dispone de recursos fiscales y privados para empleo, educación y salud.  Mientras en Grecia los intereses particulares se lavaron las manos, en Islandia a los sujetos de carne y hueso, detrás de las mascaras de los bancos, se les dictó orden de captura.

Islandia superó el miedo, le pegó con la piedra en la frente al gigante, y emprendió nuevas bifurcaciones no señaladas en los caminos tradicionales.  Islandia es un laboratorio en vivo que debe ser ampliamente divulgado.  Es un ejemplo que demuestra que los procesos alternativos son posibles, cuando hay voluntad política y participación de los diversos actores sociales.  
 
Los ejemplos de Ecuador, Islandia y Bogotá demuestran que los procesos alternativos son posibles, cuando hay voluntad política y participación de los diversos actores sociales.
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Vídeo sobre el tema:   Deudocracia (2011)

Notas
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[1] Magíster en Teoría y política económica, de la Universidad Nacional de Colombia.
[2] El autor es miembro de la Sociedad Colombiana de Economistas. De la Sociedad Colombiana de Planificación y de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.

[1] González Ivonne. Gasto y Deuda Pública en América Latina: Indicadores del Sector Público. CEPAL. Chile. 2012
[3] Contraloría General de la Nación –CID Informe de coyuntura macroeconómica de 2003, p. 3[4] Cálculos con base en información del Banco de la República, Revista mensual, Cuadros 5.4.1, 5.6.1 Bogota D.C.
[5] Mishan “Los costos sociales del desarrollo económico” 1969, Ed. Orbis
[6] Dickson David, “ Tecnología alternativa” Ediciones Orbis, 1985 Barcelona.
[7] CEPAL, “Políticas de ajuste y renegociación de la deuda externa en América Latina” Cuaderno No 48, p 83 Chile 1984
[8] Stiglitz Joseph. Colombia: Políticas para un crecimiento sostenible y equitativo. Marzo de 2003. Bogotá D.C.
[9] Secretaria de Hacienda de Bogotá. Presupuesto de ingresos y gastos de 2003
[10] Ver al respecto Soler Yezid. Metamorfosis de Bogota 1992-2004 en
http://prospectivabogota.blogspot.com/
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Otros artículos de Yezid Soler B. Currículum vítae
.
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http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-2696873#

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